¿Y TÚ CÓMO RESPIRAS?

La repiración es un ritmo orgánico más que recorre nuestro cuerpo, como puede ser la digestión, la circulación sanguínea, la vigilia y el sueño...con la particularidad de que además de producirse en nuestras vísceras, también implica músculos, huesos y articulaciones.
Por un lado la respiración se produce de forma inconsciente y automática, influye en nuestros movimientos, nuestras acciones y nuestras emociones , pero al mismo tiempo es un acto sobre el que podemos intervenir voluntariamente y de forma consciente.
A groso modo,
podemos decir que hay dos grandes tipos de gestos respiratorios:
1. Respiración costal . Las costillas se abren en inspiración y se cierran en la espiración. Por la orientación anatómica, las costillas superiores realizan un movimiento más ascendente-descendente y las inferiores más en sentido transversal (como un acordeón).
2. Respiración abdominal . Al inspirar el abdomen se hincha y al espirar el abdomen se deshincha.
Ninguna de ambas respiraciones es “la buena” o “la mala” siendo necesarias ambas y lo saludable es que no haya una tendencia a respirar con un sólo tipo de movimiento.
Para poder respirar
correctamente necesitamos una caja torácica flexible.
Nuestra caja torácica presenta esta flexibilidad, gracias a la capacidad de deformación y elasticidad que poseen nuestras costillas. Por delante se articulan con nuestro esternón mediante cartílagos y por detrás con nuestras vértebras.
A veces movimientos inapropiados en torsión o gestos respiratorios asociados a emociones, pueden favorecer bloqueos en las articulaciones entre las costillas y la columna vertebral y provocarnos dolores agudos en la zona dorsal, que se exacerban al estornudar, respirar, girar el tronco…
¿Qué músculos
intervienen en la respiración?
Disponemos de músculos que permiten la entrada de aire y otros músculos nos permiten su salida.
El músculo
principal inspiratorio es el diafragma.
Este músculo se
sitúa entre el tórax y el abdomen, y al contraerse desciende,
abriendo nuestra caja torácica lo que por diferencia de presión
genera la entrada de aire a los pulmones.
El diafragma al contraerse desciende, lo que provoca un aumento de la presión en nuestras vísceras abdominales y pélvicas. Al relajarse asciende y el aire sale al exterior disminuyendo la presión abdominal.
El diafragma es un músculo que presenta mucha tendencia a estar tenso, con lo que su aumento de tono permanente, puede favorecer la aparición de disfunciones de suelo pélvico, lumbalgias , ciáticas …
Los músculos
principales espiratorios son los abdominales.
Cuando soltamos aire
en reposo, simplemente la relajación del diafragma, es suficiente
para que se produzca la salida de aire.
Pero cuando queremos soplar o realizar un esfuerzo, para poder expulsar el aire, necesitamos la contracción de la musculatura abdominal.
Nuestra musculatura
respiratoria es también musculatura de sostén, es decir, condiciona
nuestra postura. De esta forma si nuestra forma de respirar no es la
adecuada
, podremos presentar con mayor facilidad rigidez en el tórax,
dolores cervicales, lumbares, incontinencia urinaria
o descenso de
órganos pélvicos
entre otros trastornos.
Igualmente pero al revés, una caja torácica rígida o disfunciones uroginecológicas , podrán repercutir en la función respiratoria, pudiendo disminuir nuestros parámetros respiratorios.

¿Sabías que el hipotiroidismo es más común de lo que parece?
El hipotiroidismo no es una enfermedad rara. De hecho, se calcula que hasta 1 de cada 10 personas, puede tener algún grado de hipofunción tiroidea, y en muchos casos ni siquiera saberlo.
Hablamos de hipotiroidismo cuando la glándula tiroides no produce suficientes hormonas tiroideas , lo cual va afectar a múltiples sistemas del cuerpo, incluyendo el musculoesquelético.
Dado que las hormonas tiroideas son fundamentales para el metabolismo energético y la función muscular, si disminuyen sus niveles podemos encontrar síntomas como debilidad muscular, disminución de fuerza, fatiga, calambres, rigidez, peor tolerancia al ejercicio…e incluso hormigueos en manos y/o pies.
En la esfera uroginecológica, además de síntomas en relación con debilidad de suelo pélvico, podemos tener también estreñimiento , que en disfunciones como incontenincia urinaria , descenso de órganos pélvicos ….no nos favorece nada.
Con fisioterapia, podemos paliar estos síntomas mediante ejercicio adaptado. Es importante el tipo de actividad que te viene mejor a tí en tu contexto actual, y también es primordial saber cuánto ejercicio es el adecuado. Dosificar la actividad deportiva, no es fácil pero es fundamental tenerlo en cuenta.
Como ya comentamos en el artículo anterior donde hablábamos de la dosis hormética, poco ejercicio me perjudica, pero un exceso o una planificación inadecuada, tampoco me va a aportar beneficio.
La terapia manual y osteopatía pueden ayudar a disminuir los dolores, tensiones musculares y hormigueos. También podemos reducir la inflamación de bajo grado y mejorar el sistema nervioso autónomo.
En reeducación de suelo, podemos mejorar tu sintomatología y la función de esta esfera tan importante. La mejora de conciencia corporal de esta zona y la comprensión de cómo funciona nuestro cuerpo, es clave para no normalizar trastornos.
El dolor en relaciones sexuale s, la incontinencia urinaria o incluso el hipotiroidismo no significa normalidad.
Que sea frecuente en la población y a partir de cierta edad, no significa que sea normal o que sea propio del envejecimiento.
Si tienes alguno de los síntomas que hemos mencionado, no dudes en consultar.

Muchas veces en consulta se formula la siguiente pregunta: ¿Cuánto ejercicio hago y cuál es el que me conviene realizar?
“Me han dicho que correr es malo, que mejor natación o yoga…”
Es fácil que tengamos dudas al respecto, porque la verdad es que decidir cuánto ejercicio pautamos no es fácil. Podemos medir y cuantificar un suplemento o medicamento, pero ¿cómo hacemos con el ejercicio?
Para entenderlo mejor vamos a hablar de varios conceptos :exposoma, hormesis, homeostasis y capacidad alostática.
EXPOSOMA
El epidemiólogo Christopher Wild en 2005 acuñó el término exposoma como “conjunto total de exposiciones ambientales y factores endógenos que una persona experimenta desde su nacimiento hasta su muerte”.
Digamos que es todo aquello a lo que estamos expuestos , tanto externo (contaminación, luz, alimentación) como interno (hormonas, inflamación, metabolismo).
Esto incluye:
- Factores físicos (radiación, temperatura, contaminación)
- Factores químicos (fármacos, tóxicos, nutrientes)
- Factores biológicos (microbiota, virus, patógenos)
- Factores psicosociales (estrés emocional, relaciones interpersonales, nivel socioeconómico)
El exposoma es dinámico y cambia a lo largo del tiempo. Su impacto en cada uno, depende de la dosis, la frecuencia y la interacción con nuestra genética y epigenética.
HOMEOSTASIS
La homeostasis es la capacidad del organismo para mantener un estado interno estable frente a cambios en el entorno. Es decir, mi temperatura corporal es siempre la misma haga frío o calor. Mi glucosa en sangre se ajustará en función de mis necesidades para no sobrepasar unos límites ni demasiado altos ni demasiado bajos. Con el pH pasa lo mismo etc….
Es nuestro equilibrio interno. Y el exposoma vendrá a romper este equilibrio constantemente.
Cuando los cambios a los que tenemos que hacer frente son intensos o demasiado prolongados en el tiempo, entra en juego nuestra capacidad alostática .
CAPACIDAD ALOSTATICA
Cuando aquello que nos rompe el equilibrio es intenso o perdura mucho tiempo, por ejemplo estrés, inflamación crónica, ejercicio extremo, alimentación inadecuada…tendremos que adaptarnos a ello y si lo logramos, se producirán cambios positivos en nuestro organismo, que nos permitirán continuar con nuestro equilibrio. Es decir, NO enfermaremos.
Por ejemplo en el contexto del ejercicio físico, las personas que realizan deporte de manera regular desarrollan adaptaciones cardiovasculares para mantener un menor ritmo cardíaco en reposo, aumentan la eficiencia mitocondrial para producir energía, mejoran la sensibilidad a la insulina y la regulación del metabolismo de la glucosa, aumentan la masa muscular y ósea…etc…
Si esta carga alostática, es decir este esfuerzo por adaptarse al ambiente es excesivo o sostenido durante demasiado tiempo , entraremos en fatiga alostática , lo que podrá generar desgaste y enfermedades crónicas.Esta vez SI enfermaremos.
HORMESIS
Dicho todo esto, dentro del exposoma, algunos factores pueden actuar como horméticos , es decir, generar una respuesta beneficiosa en dosis bajas o moderadas, pero pueden ser dañinos en dosis altas.
Por ejemplo, el ejercicio físico en dosis adecuadas, mejora la fuerza, la resistencia y la salud metabólica. En exceso, genera inflamación crónica y riesgo de sobreentrenamiento.
La exposición al frío aumenta la producción de grasa parda, mejora la sensibilidad a la insulina y fortalece la termorregulación. En exceso, puede causar hipotermia y estrés oxidativo.
La exposición al calor (saunas, baños termales) mejora la circulación y reduce inflamación. En exceso, puede causar deshidratación y daño celular.
El selenio, zinc, hierro, cobre, manganeso…son esenciales en dosis bajas, pero tóxicos en exceso.
El ayuno intermitente o restricción calórica, activa la autofagia, mejora la longevidad y la sensibilidad a la insulina. En exceso, puede generar pérdida muscular, alteraciones hormonales y estrés metabólico.
Psicológicamente un estrés agudo controlado (retos, discursos en público, exposición a incertidumbre o riesgo moderado) Mejora la tolerancia al estrés y la neuroplasticidad, pero en exceso, puede generar agotamiento y trastornos de ansiedad.
"Todas
las cosas son veneno y nada es sin veneno, sólo la dosis hace que una cosa no
sea un veneno." Paracelso
(Dosis sola facit venenum.)
Ya lo dijo Paracelso en el siglo xv. Esta frase siempre me ha encantado y siempre la tengo presente.
Tendemos a totalizar, a querer recetas generales y simples. Pero ni somos simples como organismos, ni somos iguales unos y otros.
El objetivo no es evitar el estrés, sino exponerse a él en la dosis correcta para generar adaptación.
Pautar un ejercicio a un paciente, implica conocer no sólo su patología o lesión, sino su contexto del momento.
Si tienes dudas sobre qué práctica deportiva o actividad física es más adecuada para tí y cómo puedes iniciarla en tus hábitos, no dudes en consultar.







