¿POR QUÉ TENEMOS DOLOR?

El dolor lumbar y el dolor de cabeza son de los dolores que con más frecuencia presenta el ser humano a lo largo de su vida. Sin embargo no necesariamente tenemos que tener siempre un gran deterioro, o alguna lesión , para sentir un dolor intenso.
Podemos presentar protusiones discales
o compresión de algún nervio y no por ello
padecer dolor o limitaciones funcionales en nuestra vida. Algunos de
los cambios que presentan nuestros tejidos, se producen como consecuencia normal de estar vivos
. Si nuestro cerebro no
considera que estos cambios pueden ser perjudiciales o una amenaza,
no sentiremos dolor.
Otras veces al
contrario, sentimos dolores y cuando nos realizan pruebas
diagnósticas, nos llevamos la sorpresa de que no hay respuesta
objetiva a lo que nos pasa. Nos dicen que no tenemos nada, pero sin
embargo sentimos dolor. ¿Por qué sucede ésto?
Toda la información
sensorial que recibimos procedente de nuestros sentidos (incluyendo
la propiocepción
) necesita ser examinada por nuestro sistema
nervioso central, que se encargará de valorar si existe algún
peligro para nosotros o no. En este proceso complejo de valoración,
participará la memoria y experiencia previa, procesos de
razonamiento, emociones y el contexto
en el que nos encontremos,
podrá llegar a ser clave. Es decir, no es lo mismo por ejemplo que
se lesione un dedo un pianista que un cantante, el impacto y la
repercusión con la misma lesión en uno y otro, será totalmente
diferente.
Nuestros tejidos
envían continuamente mensajes, que son captados por nuestros
sensores que a su vez enviarán la información a la médula espinal
y de ahí al cerebro. El
cerebro se
encarga de
construir
la historia
, teniendo en cuenta toda la
información que recibe y nos dará una percepción de lo que está
sucediendo. El dolor puede ser una parte de esa respuesta que el
cerebro construye a partir de la información que le llega.
En una experiencia
dolorosa están implicadas diferentes partes del cerebro de forma
simultanea y aunque a veces pueden verse patrones semejantes, las
partes exactas y la cantidad de actividad, varía de unas personas a
otras, lo cual convierte cada experiencia de dolor
en única.
Cuando un dolor
persiste durante un tiempo, el organismo se adapta de tal manera que
se crea una sensibilización
, mediante la cual se transmitirá
con mayor facilidad la sensibilidad dolorosa.
Ésto explica cómo estímulos de presión normales o un ligero cambio de temperatura, pueden provocar que se envíen mensajes de peligro al cerebro con la correspondiente respuesta de dolor. Digamos que la alarma se vuelve tan sensible, que no pita cuando entra el ladrón en casa, sino cuando entra la mosca.
El sistema de
alarma puede fallar, y el cerebro estar trabajando con una
información errónea con respecto a la situación real de los
tejidos.
Evidentemente nadie quiere tener dolor, el dolor es desagradable pero será justamente ésto lo que lo convierta en algo tan efectivo y esencial en la vida . El dolor te protege, te avisa de que estás en peligro pudiendo evitar enfermedades y lesiones. Hace que te muevas de manera diferente, que pienses y te comportes de manera distinta, lo cual es vital para la curación.
¿Cuánto tiempo sobreviviríamos si no sintiéramos dolor alguno?
Imagen de Prettysleepy
en Pixabay

¿Sabías que el hipotiroidismo es más común de lo que parece?
El hipotiroidismo no es una enfermedad rara. De hecho, se calcula que hasta 1 de cada 10 personas, puede tener algún grado de hipofunción tiroidea, y en muchos casos ni siquiera saberlo.
Hablamos de hipotiroidismo cuando la glándula tiroides no produce suficientes hormonas tiroideas , lo cual va afectar a múltiples sistemas del cuerpo, incluyendo el musculoesquelético.
Dado que las hormonas tiroideas son fundamentales para el metabolismo energético y la función muscular, si disminuyen sus niveles podemos encontrar síntomas como debilidad muscular, disminución de fuerza, fatiga, calambres, rigidez, peor tolerancia al ejercicio…e incluso hormigueos en manos y/o pies.
En la esfera uroginecológica, además de síntomas en relación con debilidad de suelo pélvico, podemos tener también estreñimiento , que en disfunciones como incontenincia urinaria , descenso de órganos pélvicos ….no nos favorece nada.
Con fisioterapia, podemos paliar estos síntomas mediante ejercicio adaptado. Es importante el tipo de actividad que te viene mejor a tí en tu contexto actual, y también es primordial saber cuánto ejercicio es el adecuado. Dosificar la actividad deportiva, no es fácil pero es fundamental tenerlo en cuenta.
Como ya comentamos en el artículo anterior donde hablábamos de la dosis hormética, poco ejercicio me perjudica, pero un exceso o una planificación inadecuada, tampoco me va a aportar beneficio.
La terapia manual y osteopatía pueden ayudar a disminuir los dolores, tensiones musculares y hormigueos. También podemos reducir la inflamación de bajo grado y mejorar el sistema nervioso autónomo.
En reeducación de suelo, podemos mejorar tu sintomatología y la función de esta esfera tan importante. La mejora de conciencia corporal de esta zona y la comprensión de cómo funciona nuestro cuerpo, es clave para no normalizar trastornos.
El dolor en relaciones sexuale s, la incontinencia urinaria o incluso el hipotiroidismo no significa normalidad.
Que sea frecuente en la población y a partir de cierta edad, no significa que sea normal o que sea propio del envejecimiento.
Si tienes alguno de los síntomas que hemos mencionado, no dudes en consultar.

Muchas veces en consulta se formula la siguiente pregunta: ¿Cuánto ejercicio hago y cuál es el que me conviene realizar?
“Me han dicho que correr es malo, que mejor natación o yoga…”
Es fácil que tengamos dudas al respecto, porque la verdad es que decidir cuánto ejercicio pautamos no es fácil. Podemos medir y cuantificar un suplemento o medicamento, pero ¿cómo hacemos con el ejercicio?
Para entenderlo mejor vamos a hablar de varios conceptos :exposoma, hormesis, homeostasis y capacidad alostática.
EXPOSOMA
El epidemiólogo Christopher Wild en 2005 acuñó el término exposoma como “conjunto total de exposiciones ambientales y factores endógenos que una persona experimenta desde su nacimiento hasta su muerte”.
Digamos que es todo aquello a lo que estamos expuestos , tanto externo (contaminación, luz, alimentación) como interno (hormonas, inflamación, metabolismo).
Esto incluye:
- Factores físicos (radiación, temperatura, contaminación)
- Factores químicos (fármacos, tóxicos, nutrientes)
- Factores biológicos (microbiota, virus, patógenos)
- Factores psicosociales (estrés emocional, relaciones interpersonales, nivel socioeconómico)
El exposoma es dinámico y cambia a lo largo del tiempo. Su impacto en cada uno, depende de la dosis, la frecuencia y la interacción con nuestra genética y epigenética.
HOMEOSTASIS
La homeostasis es la capacidad del organismo para mantener un estado interno estable frente a cambios en el entorno. Es decir, mi temperatura corporal es siempre la misma haga frío o calor. Mi glucosa en sangre se ajustará en función de mis necesidades para no sobrepasar unos límites ni demasiado altos ni demasiado bajos. Con el pH pasa lo mismo etc….
Es nuestro equilibrio interno. Y el exposoma vendrá a romper este equilibrio constantemente.
Cuando los cambios a los que tenemos que hacer frente son intensos o demasiado prolongados en el tiempo, entra en juego nuestra capacidad alostática .
CAPACIDAD ALOSTATICA
Cuando aquello que nos rompe el equilibrio es intenso o perdura mucho tiempo, por ejemplo estrés, inflamación crónica, ejercicio extremo, alimentación inadecuada…tendremos que adaptarnos a ello y si lo logramos, se producirán cambios positivos en nuestro organismo, que nos permitirán continuar con nuestro equilibrio. Es decir, NO enfermaremos.
Por ejemplo en el contexto del ejercicio físico, las personas que realizan deporte de manera regular desarrollan adaptaciones cardiovasculares para mantener un menor ritmo cardíaco en reposo, aumentan la eficiencia mitocondrial para producir energía, mejoran la sensibilidad a la insulina y la regulación del metabolismo de la glucosa, aumentan la masa muscular y ósea…etc…
Si esta carga alostática, es decir este esfuerzo por adaptarse al ambiente es excesivo o sostenido durante demasiado tiempo , entraremos en fatiga alostática , lo que podrá generar desgaste y enfermedades crónicas.Esta vez SI enfermaremos.
HORMESIS
Dicho todo esto, dentro del exposoma, algunos factores pueden actuar como horméticos , es decir, generar una respuesta beneficiosa en dosis bajas o moderadas, pero pueden ser dañinos en dosis altas.
Por ejemplo, el ejercicio físico en dosis adecuadas, mejora la fuerza, la resistencia y la salud metabólica. En exceso, genera inflamación crónica y riesgo de sobreentrenamiento.
La exposición al frío aumenta la producción de grasa parda, mejora la sensibilidad a la insulina y fortalece la termorregulación. En exceso, puede causar hipotermia y estrés oxidativo.
La exposición al calor (saunas, baños termales) mejora la circulación y reduce inflamación. En exceso, puede causar deshidratación y daño celular.
El selenio, zinc, hierro, cobre, manganeso…son esenciales en dosis bajas, pero tóxicos en exceso.
El ayuno intermitente o restricción calórica, activa la autofagia, mejora la longevidad y la sensibilidad a la insulina. En exceso, puede generar pérdida muscular, alteraciones hormonales y estrés metabólico.
Psicológicamente un estrés agudo controlado (retos, discursos en público, exposición a incertidumbre o riesgo moderado) Mejora la tolerancia al estrés y la neuroplasticidad, pero en exceso, puede generar agotamiento y trastornos de ansiedad.
"Todas
las cosas son veneno y nada es sin veneno, sólo la dosis hace que una cosa no
sea un veneno." Paracelso
(Dosis sola facit venenum.)
Ya lo dijo Paracelso en el siglo xv. Esta frase siempre me ha encantado y siempre la tengo presente.
Tendemos a totalizar, a querer recetas generales y simples. Pero ni somos simples como organismos, ni somos iguales unos y otros.
El objetivo no es evitar el estrés, sino exponerse a él en la dosis correcta para generar adaptación.
Pautar un ejercicio a un paciente, implica conocer no sólo su patología o lesión, sino su contexto del momento.
Si tienes dudas sobre qué práctica deportiva o actividad física es más adecuada para tí y cómo puedes iniciarla en tus hábitos, no dudes en consultar.







