EL HOMBRE QUE CONFUNDIÓ A SU MUJER CON UN SOMBRERO
La mayoría de
vosotros seguro que habréis necesitado la fisioterapia en algún
momento de vuestra vida , con lo que ya conoceréis los efectos de
una sesión de fisio.
En
fisioterapia podemos utilizar distintas técnicas y en concreto me voy a referir hoy a los tratamientos con terapia manual.
Cuando
trabajamos con terapia manual y especialmente cuando abordamos la fascia
, vamos a relajar la musculatura, mejorar la vitalidad de los
tejidos, influir en el sistema neurovegetativo consiguiendo una
bajada de estrés y disminuir el dolor.
Pero además, podemos mejorar nuestra conciencia corporal y propiocepción
.
¿Qué es
la propiocepción?
A propósito de ello aprovecho para hablaros
de uno de los libros de Oliver Sacks que acabo de leerme, “ El hombre que confundió a
su mujer con un sombrero”.
Hacía tiempo que tenía ganas de leerlo.
Oliver Sacks fue un neurólogo
considerado como uno de los grandes escritores clínicos. En este
libro narra veinte historiales médicos de pacientes perdidos en el
mundo extraño y aparentemente irremediable de las enfermedades
neurológicas. En concreto el capítulo 3 “ La dama desencarnada”
,
nos cuenta el caso de una paciente con afectación de la
propiocepción.
La propiocepción es la sensibilidad que viene
de nuestro cuerpo y que nos informa constantemente y de forma inconsciente de cómo nos movemos y nos posicionamos. Por ejemplo, si cierro los ojos y levanto mi mano izquierda, sé cuál de mis manos está levantada aunque no pueda verlo.
Gracias a este flujo de información, la posición
de nuestro cuerpo, el tono muscular y el movimiento se encuentran en
permanente adaptación. Seguro que alguna vez os habrá pasado que vais a coger un objeto que pensábais que pesaba más y de repente al ser el objeto más ligero, el movimiento se ha descontrolado.
Digamos que es nuestro “sexto
sentido”.
En la exterocepción hablamos de receptores que recogen estímulos externos (siento frío, calor..).
En la interocepción se recoge información procedente del interior, vísceras, órganos internos..
En la propiocepción a través de receptores en músculos, tendones y articulaciones, podemos saber cómo se encuentra posicionado nuestro cuerpo en el espacio sin necesidad de utilizar el sentido de la vista. De esta forma construimos nuestro esquema corporal y podemos reaccionar de manera automática con respuestas de movimiento adecuadas a la situación.
¿Qué nos
ocurriría si hubiéramos perdido este sexto sentido?
La paciente del libro de Sacks en un primer momento, no podía mantenerse de pie salvo que mirase hacia abajo. No podía sostener nada en las manos, salvo que tuviese la vista fija en ellas. Cuando extendía una mano para coger algo o intentaba llevarse los alimentos a la boca, las manos se equivocaban, se quedaban cortas o se desviaban. La expresión de su cara era diferente, hasta su voz había cambiado. Ella refería “ no sentir su cuerpo y sentirse desencarnada ”.
Esta afectación neurológica poco frecuente, no se resolvió, con lo que esta paciente tuvo que aprender a vivir durante toda su vida utilizando sustitutos o artimañas, utilizando el sentido de la vista y el oído para compensar su pérdida y haciendo consciente lo inconsciente.
Pero aunque aparentemente pudiera camuflarse su trastorno, ¿Cómo se sentía ella?
Pués literalmente descrito por
ella : “ Tengo la sensación de que mi cuerpo es ciego y sordo a sí
mismo” “Cuando me veo en un vídeo no puedo identificarme con la
chica que veo aunque me reconozca visualmente”.
El sentido de
la propiocepción es el anclaje orgánico fundamental de la identidad
corporal.
Este ejemplo es extremo pero pienso que permite
comprender en qué consiste la propiocepción, un aspecto del que poco oímos hablar normalmente.
Solemos diferenciar entre dolor y no dolor para distinguir si me encuentro bien o por el contrario necesito acudir a un profesional.
Pero lo cierto es que no somos un “mecanismo”,
somos un “organismo
” con toda la complejidad que ello
conlleva.
Teniendo en cuenta el modelo biopsicosocial de la
salud, no sólo la ausencia de dolor o de enfermedad significa que
estemos sanos.
Mediante la terapia manual podemos influir en el
mundo propioceptivo y mejorar por tanto, además del dolor, otras
sensaciones corporales










